

UNA NOVELA VAMPÍRICA EN BOGOTÁ
Andreina es una joven madre soltera y trabaja en el negocio de las flores al sur de Bogotá. Vive en una pequeña habitación en un inquilinato junto a su hija recién nacida y su hermana Karen. La vida no ha sido fácil para Andreina, pero lo será menos aun cuando comience a padecer una extraña enfermedad que contrajo el mismo día en que decidió traer unas flores moradas para embellecer su humilde hogar. Porque así comienza uno de los más extraños y horripilantes casos de vampirismo en la humanidad.
“…el enfermero acerca a Andreina que permanece de pie como un sonámbulo esperando una orden para despertarse. Acostumbrado a los más extraños comportamientos, González se agacha para poner en la mesa la bandeja de plástico con platos desechables y medicamentos.
Mientras tanto, Karen observa con curiosidad que el piso de la celda se encuentra infestado de pequeñas matas verdes germinando entre las rendijas de las baldosas. Como si alguien hubiera estado sembrando en la habitación.
Cuando deposita la bandeja de alimentos en la mesa, Andreina de repente emite un desgarrador alarido mientras aprieta los puños. Entonces, el enfermero retrocede temblando ante semejante grito. Pero no tan rápido como para evitar que la paciente se arroje sobre él, dueña de una fuerza imposible para alguien que parecía estar en los huesos. Andreina hinca su boca para clavar sus dientes en la oreja izquierda de Jorge. Lo hace con una fuerza brutal y despiadada, como un perro de caza que desde el primer mordisco ya no suelta a su presa jamás. El enfermero aúlla de dolor cuando Andreina jala con los dientes el cartílago de su oreja, arrancándole el lóbulo, haciendo un perfecto arco rojo en el aire. La sangre cae sobre el piso cubierto de diminutas matas verdes que crecen entre las baldosas. Jorge se defiende, dándole patadas en el estómago a la maniática caníbal que ahora intenta darle un segundo y más largo mordisco de su rostro. Pero nada la detiene, esa mujer es un tornado de violencia pura. Todos los golpes que Jorge le propina en las costillas parecen no importarle a esa monstruosa cosa que en otro tiempo había sido Andreina. Palmo a palmo, la mujer acerca su boca ensangrentada hacia la boca balbuceante del enfermero. Milímetro a milímetro. El enfermero se ahoga con el tufo repugnante de una boca descompuesta donde crecen tres inmensas ampollas. No se puede defender. Así sufre un segundo y más amplio mordisco debajo de su nariz y sobre su labio inferior, cerrándose gustoso y vampírico. Cuando Andreina arranca de tajo sus labios, Jorge siente el frío en sus dientes descubiertos de su rostro ahora desfigurado para siempre. Karen no ha parado de gritar desde el primer instante y detrás suyo el manicomio entero la secunda con sus alaridos como una coral del infierno.
El monstruo traga de golpe su bocado para buscar mejores carnes en las mejillas de Andrés. El atormentado hombre por instinto se protege con su mano de ese apetito voraz. Al poner la mano al frente suyo, la despiadada mujer escucha el tumultuoso torrente de la sangre subiendo apresurada por las arterias de la mano de su presa. Como un sediento escuchando el rumor del agua mineral bajo las piedras. De esa forma, abre su boca más allá de lo imaginable y asesta un tremendo mordisco a la muñeca de la mano de Jorge. Acaba de reventar la arteria radial y así entra veloz la espesa sangre en su boca hambrienta que la recibe a lengüetazos. Aquella que no alcanza a beber, cae como fertilizante sobre el extraño herbario que crece entre las baldosas y parece conmoverse de gusto ante la violencia. Los gritos de horror de Karen y el coro infernal de las dementes han alertado a todo el Centro Siquiátrico.
En cuestión de minutos entran corriendo la doctora Rocío y otros dos enfermeros. De un golpe derriban a Andreina, todavía con la boca rebosante de sangre color vino tinto. Entre ambos hombres la envuelven con una templada camisa de fuerza, mientras ella patalea como si fuera el alma de un réprobo.
Con los ojos llorosos, Karen huye espantada de la celda, abrazando la carpeta con los papeles y las grabaciones. A medida que corre a zancadas por el pasillo, escucha cientos de risas ahogadas…”
Ficha técnica
Referencias específicas
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